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La industria de la creatividad es un campo muy poco explotado en Honduras y que representa una oportunidad única de desarrollo para el país.
Honduras03 de diciembre de 2024Redacción El EstelarSan Pedro Sula, Honduras.
La economía naranja, también conocida como la economía creativa, se refiere al conjunto de actividades económicas relacionadas con la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios que tienen como base la creatividad, la cultura y el conocimiento.
Este modelo ha ganado relevancia global al impulsar industrias como el cine, la música, el diseño, la moda y los videojuegos, representando un sector en crecimiento que combina tradición cultural y tecnología moderna. Su relevancia radica en ser una fuente de innovación y empleo, esencial para diversificar las economías en un mundo cada vez más globalizado y digital.
La economía naranja abarca una amplia variedad de sectores creativos y culturales, como el cine, la música, el diseño, la moda, el turismo cultural, los videojuegos, y más.
Estas industrias no solo generan productos tangibles, sino también experiencias y servicios basados en la creatividad. Además, son intensivas en conocimiento y talento humano, lo que las convierte en una fuente clave de empleo, especialmente para jóvenes y mujeres.
La digitalización ha permitido que estas industrias crucen fronteras, llegando a nuevos mercados y adaptándose a las tendencias globales.
La economía naranja tiene un impacto significativo en el PIB de muchos países. En América Latina, por ejemplo, las industrias culturales y creativas representaron el 2,2% del PIB regional y emplearon a 1,9 millones de personas en 2015, con un impacto económico estimado en 124 mil millones de dólares.
Además de ser una fuente de ingresos directos, estas actividades fomentan la innovación en sectores tradicionales, como la educación y la salud, promoviendo un desarrollo más inclusivo y sostenible.
En el ámbito global, países como Colombia, México, y Brasil han liderado iniciativas para potenciar las industrias creativas. En Colombia, Iván Duque, expresidente, es reconocido como un fuerte impulsor de la economía naranja, promoviendo políticas que la integraron al desarrollo nacional. En República Dominicana, figuras como el diseñador Óscar de la Renta y el cantautor Juan Luis Guerra han ejemplificado cómo el talento creativo puede generar importantes ingresos y fortalecer la marca cultural del país​.
Por otro lado, empresas tecnológicas como Globant en Argentina y Mercado Libre en América Latina han combinado creatividad e innovación para redefinir sectores como el comercio electrónico y el desarrollo de soluciones digitales. Estas organizaciones demuestran cómo la economía naranja no solo impulsa las artes tradicionales, sino que también abarca la tecnología y las industrias digitales​.
Para Honduras, la implementación de políticas relacionadas con la economía naranja podría ser transformadora. Este enfoque permitiría diversificar su economía, actualmente dominada por sectores agrícolas y de manufactura. Invertir en industrias creativas podría generar nuevas oportunidades para jóvenes emprendedores, fortalecer la identidad cultural y atraer inversión extranjera.
Asimismo, integrarla con el turismo cultural y natural del país podría posicionar a Honduras como un destino innovador en la región​.
El primer paso para adoptar la economía naranja en Honduras es establecer una agenda nacional que defina estrategias específicas para impulsar las industrias creativas. Esto incluye incentivos fiscales que beneficien a emprendedores y pequeñas empresas del sector cultural, junto con la creación de leyes robustas que protejan los derechos de autor y la propiedad intelectual.
Estas medidas asegurarían que los creadores puedan beneficiarse plenamente de su trabajo y atraerían inversiones nacionales e internacionales hacia proyectos culturales.
Además, se pueden adoptar políticas que integren a comunidades rurales en esta economía, promoviendo actividades como el turismo cultural y el desarrollo de artesanías. Al hacerlo, no solo se fortalecería la identidad cultural, sino que también se generarían ingresos sostenibles en zonas históricamente marginadas.
La educación juega un papel fundamental en el desarrollo de la economía naranja. Es necesario incluir disciplinas creativas en el currículo escolar y universitario, desde diseño y animación hasta gestión cultural y tecnología aplicada. Además, Honduras podría establecer alianzas con organismos internacionales para capacitar a jóvenes en habilidades que les permitan competir en el mercado global.
Por otro lado, el financiamiento es clave para el crecimiento de estas industrias. Crear fondos específicos para startups creativas y proporcionar acceso a plataformas digitales que permitan a emprendedores comercializar sus productos y servicios en mercados internacionales impulsaría significativamente el sector. En este sentido, el uso de herramientas tecnológicas podría superar barreras geográficas y conectar el talento hondureño con audiencias globales.
La infraestructura cultural y tecnológica es otro pilar esencial. Crear centros de innovación y creatividad donde artistas, emprendedores y tecnólogos puedan colaborar fomentará la innovación en las industrias creativas. Paralelamente, garantizar el acceso a tecnología en áreas rurales y urbanas sería fundamental para democratizar las oportunidades en la economía naranja.
Promover los productos culturales hondureños a través de festivales, ferias y campañas de sensibilización es igualmente importante. Estas iniciativas pueden mostrar la riqueza cultural del país y atraer tanto turistas como inversionistas. Al mismo tiempo, premiar y reconocer a creadores destacados incentivaría la excelencia y aumentaría el prestigio de las industrias creativas hondureñas.
La implementación de la economía naranja en Honduras puede generar empleo de calidad, diversificar su economía y fortalecer su identidad cultural. Países como Colombia, pionero en la integración de este modelo, han demostrado que es posible convertir la creatividad en un motor de desarrollo económico sostenible. Si Honduras adapta estas estrategias a su contexto local, podría no solo mejorar sus indicadores económicos, sino también posicionarse como un líder cultural en la región.
La clave para el éxito está en la colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil, lo que garantizaría un enfoque integral y sostenible. La economía naranja, si se implementa correctamente, podría transformar el panorama económico y social de Honduras en las próximas décadas.
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